Amigos a cualquier precio

Siempre tuve pocas amistades. Nunca fuí consciente de lo que ello significaba ya que simplemente me dejaba llevar por el camino que la vida había marcado para mí, es decir, afrontaba situaciones mejores o peores, más divertidas o más dolorosas con mis amistades, pero como denominador común (ahora que lo pienso) siempre he ido soltando amistades por el camino, siempre he sido quién dejaba de estar al lado de esos amigos conscientemente.

La respuesta a este comportamiento es bien sencillo. Mis motivos de peso por orden de importancia son: que no me gusta quién soy cuando estoy con ellos, o no me gusta quienes son cuando se quitan su «máscara social».

No aceptes rebajas sobre tu precio

No por ello supone que tenga que odiarles (creo que esa característica en mí carece de sentido, ya que no odio a nadie, aunque según dicen los que me conocen, podría hacerlo con razones de peso, pero es que el odio desgasta mucho a la felicidad) y mucho menos criticar las actitudes o comportamientos que tienen otras person

as sin que esté presente (otra característica que adolece de sentido en mi pequeño mundo. La crítica que no se hace mirando a los ojos de la persona implicada no ayuda. Lo que se suele hacer a espaldas es mostrar envidia por el crecimiento o diferenciación de otras personas, por despuntar por ser diferente. No nos engañemos y llamemos las cosas por su nombre, crítica y envidia no es lo mismo).

El valor de una amistad, es mucho más de lo que percibo cuando oigo hablar de “amigos”. Actualmente veo como cada día pasan personas alrededor de nuestro mundo por muy poco tiempo, casi todos con máscaras puestas para llevar una conversación sencilla. Si la empatía es suficiente pasarán más tiempo a nuestro lado y lentamente se irán soltando hasta mostrar quienes son realmente… ¡¡que pérdida de tiempo saber con quién tratas realmente!!

¿No es más lógico que para el poco tiempo que dura la vida nos mostremos reales tal cual somos? es imposible que caigamos en gracia a todos, pero no podemos negarnos a nuestra esencia, es ella la que es única y es la que debemos lucir con orgullo porque, nadie podrá ser como somos. Nos podrán copiar en mil y un aspectos pero nunca podrán copiar nuestra esencia. Lúcela, muéstrate real, seas quién seas pero no te ocultes, deja que te encuentren, te sorprenderás.

Si esto lo tenemos claro, ¿porque nos vestimos con máscaras para ser todos iguales? diferenciarse del resto no es otra cosa que sentirte orgullosa/o de quién eres, poner en valor lo más característico de ti mismo, mostrarte como una persona única. Es esa línea que separa lo común con tu yo interior. Y si para ello debes dejar amigos que no van en la misma sintonía que tú, ¡¡déjalos!! Todo en esta vida es pasajero y lo único que tenemos claro es que nacemos y morimos solos. Los demás, valdrán la pena sólo si te aportan, si te hacen ¡¡más grande de lo que ya eres!!

Aprender a decir que no, es una tarea muy dura. Por regla general, no nos enseñan a decir que no. Es una tarea que debemos aprender conociéndonos, quizás ese sea el primer paso, conocernos y sentirnos orgullosos de quienes somos.

¿Cuántas veces te han dicho «que orgulloso/a estoy de ti» en los últimos 3 meses? y tú, ¿cuantas veces se lo has dicho a alguien? no es regalar los oídos, es premiar el esfuerzo individual con un abrazo, porque las palabras también abrazan o hieren.

» Acepta la diferencia del mundo y valora lo que se esconde tras una persona que se muestra real sin miedo a sí misma. «